Sonetos para diversos aires musicales

Sonnets To Sundry Notes of Music by William Shakespeare, aquí versión propia en español / English version:  https://shakespearedocumented.folger.edu/resource/document/passionate-pilgrim-second-edition

 

Sonnets to Sundry Notes of Musicke 1598

– I –

Era la hija de un señorcito, la más hermosa de tres,
que gustaba de su patrón tanto como tanto podría ser,
hasta mirar a un inglés, lo más hermoso que un ojo podía ver,
y entonces su fantasía dio vuelta hacia él.

Largo fue el dudoso combate que el amor contra el amor luchara,
Para dejar al maestro sin amor, o matar al valiente señor.
¡Que venciera solo uno, ay, fue un despecho
para la tonta doncella!

Pero uno debía ser rechazado. Muy triste era para ella
la pena de nada poder hacer para hacer ganar a ambos,
Porque de los dos el fiel patrón fue el herido con desdén.
¡Ay, y ella no lo pudo ayudar!

Así, el arte con las armas contendiendo fue el vencedor del día,
que gracias al don del saber se llevó a la doncella
y así, canción de cuna, el sabio obtuvo a la gozosa dama
y mi canción ahora está terminada.

– II –

¡Un día, qué día!
Amor, cuyo mes fue siempre mayo,
Espiaba una flor que pasaba hermosa
Jugando en el aire ligero.

A través de sus hojas, terciopelo,
El invisible viento pasaje encontraba.
El amante, enfermo hasta morir,
Deseaba él mismo ser el aliento del cielo.

«Aire», dice, «tus mejillas soplan
Aire, ¡ojalá pudiera yo así triunfar!
¡Pero Ay! mi mano ha jurado
Nunca separarte de tus espinas.

Jurar no es para la juventud.
La juventud, que tanto ama tomar lo dulce.
Tú, por quien Júpiter juraría
Que Juno es Etíope,

Y negaría que él mismo es Júpiter,
Convertido en mortal por tu amor.».

– III –

Mis rebaños no comen, mis ovejas no paren,
Mis carneros no prosperan, todo está cabeza abajo:
El amor negado, lo fiel desafiado,
El corazón negado, causaron esto.
Todas mis alegres coplas he olvidado. (5)
Todo el amor de mi señora, perdido. Dios lo sabe:
En donde su fe se afirmaba, anclada en el amor,
Sin quitar hay puesto un no.
Una tonta querella causó toda mi pérdida.
¡Oh fruncida Fortuna, maldita, voluble dama! (10)
Porque ahora veo inconstancia
Menos en hombres, más en mujeres.

Yo de luto me lamento, yo todos los miedos desprecio,
El amor me abandona y quedo esclavo.
El corazón sangra, toda la ayuda necesita, (15)
Oh cruel exceso, de hiel llena
Mi flauta de pastor a nada suena.
La campana de mi carnero tañe lastimera.
Mi perro juguetón, que solía jugar,
No juega en absoluto, sino parece asustado. (20)
Mis profundos suspiros le procuran llanto,
Aullando sabio al ver mi doloroso estado.
¡Cómo resuenan los suspiros sobre un suelo despiadado,
Similar a mil hombres vencidos en sangriento altercado!

No brotan pozos claros, no cantan los dulces pájaros, (25)
Las verdes plantas no dan su verde.
Los rebaños lloran, las manadas duermen.
Las Ninfas dan la espalda, con miedo.
Todo el placer que conocemos los pobres pastores,
Todos nuestros alegres encuentros, (30)
Todas nuestras veladas, huidas de nosotros.
Todo nuestro amor, perdido, porque el amor ha muerto.
Adiós dulce muchacha, nunca fueron tus formas
Para dulce contento, causa de todas mis penas.
Pobre Coridón debe vivir solo. (35)
Otra auxilio para él, ninguno veo.

– IV –

Cuando tu ojo haya elegido a la dama
Y designado al ciervo que cazarás,
Deja que la razón gobierne a la censura
Y a la fantasía, interesada criatura;
Toma consejo de alguna cabeza más sabia,
Ni demasiado joven, aún soltera. (6)

Y cuando vengas a contar tu cuento
No suavices tu lengua con palabrería,
No sea que ella con olfato sutil sospeche,
–El cojo reconoce al que cojea–,
Sino claro di que la amas bien
Y pon en oferta tu persona. (12)

Encuadra tus caminos hacia ella,
No escatimes en gastos, sobre todo
Donde tu desierto merezca alabanzas
Sonando en el oído de tu dama.
El castillo, la torre y la ciudad más fuertes,
Son derribados por balas de oro. (18)

Sirve siempre con confianza garantizada
Y en tu traje sé humilde y veraz.
A menos que tu dama resulte injusta,
Para elegir una nueva no te presiones nunca.
Cuando el tiempo lo permita, no seas flojo
Para ofrecerte, aunque ella no te elija. (24)

Aunque sus cejas fruncidas veas curvadas,
Su turbia mirada se calmará antes del anochecer
Y entonces, más tarde, ella se arrepentirá
De haber disimulado su placer,
Y deseará dos veces antes de llegar el día
Eso que con desprecio no elegía. (30)

Y aunque ella se esfuerce por probar su fuerza
Y maldiga y riña, y te diga que no,
Su débil fuerza cederá al final
Cuando la experiencia le enseñe a decir:
«Si fuesen las mujeres tan fuertes como los hombres,
Por Dios, lo que tienes no tendrías». (36)

Las artimañas y engaños de las mujeres
Disimulados por su exterior,
Los trucos y juguetes que en ellas acechan,
Los pisa el gallo sin saber.
¿Acaso no has oído decir con frecuencia
Que el no de una mujer nada representa? (42)

Piensa, las mujeres persiguen con los hombres
El pecado, nunca lo santo.
No hay cielo. Lo santo entonces,
Con tiempo y edad se alcanza.
Que si fueran solo besos las alegrías de la cama,
Una mujer con la otra se casara. (48)

Pero calma, basta. Demasiado temo
Que mi ama oiga mi canto
Y venga a tirar de mi oreja,
Para enseñarle a mi lengua a no ser tan larga.
Aunque se sonrojara, sea dicho,
Al escuchar sus secretos así expuestos. (54)

– V –

Vive conmigo y se mi amor
y nosotros probemos todos los placeres
que colinas y valles, campos y pasajes,
y montañas escarpadas encierren.

Allí nos sentaremos sobre las rocas
y veremos a los rebaños y a sus pastores
por ríos poco profundos, por cuyas cascadas
melodiosos pájaros cantan madrigales.

Allí yo te haré un lecho de rosas
con mil ramilletes de aromas,
un tocado de flores y un corpiño,
todo bordado con hojas de mirto.

Un cinturón de capullos de paja y de hiedra,
con palmas de coral y botones de ámbar;
Y si estos placeres te conmueven,
entonces vive conmigo y se mi amor.

Respuesta de la amada:

Si el mundo y el amor fueran jóvenes
Y la verdad en la lengua de todo pastor se hallara,
Estos bonitos placeres podrían moverme
A vivir contigo y ser tu amor.

– VI –

Ocurrió un día
Durante el alegre mes de mayo,
Bajo una agradable sombra sentado
Entre una arboleda de mirtos.
Las bestias saltaban y los pájaros cantaban,
Los árboles crecían y surgían las plantas.
Todo alejaba los lamentos, (7)

Excepto solo el ruiseñor.
Él, pobre pájaro, como desamparado,
Inclinaba su pecho sobre una espina
Y cantaba una tonada tan dolorosa,
Que era muy triste escucharlo.
«Ay, Ay, Ay» lloraba,
«¡Tereo, Tereo!» iba y venía. (14)

Al escucharlo tan quejoso,
Apenas contener las lágrimas podía.
Sus dolores tan vivos
Me traían el mío.
Ah, pensé, en vano te lamentas.
Nadie se apiada de tu dolor.
Los insensatos árboles no escuchan. (21)

Los despiadados animales no te alegran.
El rey Paidón ha muerto.
Tus amigos bajo plomo están todos,
Tus compañeros pájaros cantan todos,
Descuidando tu pena.
Así, pobre pájaro, como a ti,
Ningún ser vivo sentirá clemencia por mí. (28)

Mientras la voluble fortuna sonreía,
Tú y yo fuimos engañados.
Quien te halaga
No es amigo en la desgracia.
Las palabras son ligeras, como el viento,
Los amigos fieles, difíciles de encontrar.
Cada hombre será tu amigo (35)

Mientras tengas con qué gastar,
Pero si la bolsa con dinero falta,
Ningún hombre verá tu necesidad.
Si alguno es pródigo,
Generoso lo llamarán,
Y halagos como este:
«Lástima que no sea rey», le dirán. (42)

Si es adicto al vicio,
Pronto le enjuiciarán.
Si a las mujeres se inclina,
Ellas lo someterán.
Y si la Fortuna le frunce el ceño,
Entonces, a su renombre, adiós.
Los que lo adularon antes (49)

Su compañía no querrán más.
El que es tu amigo en verdad,
Ese te ayudará en tu necesidad.
Si estás triste, él llorará.
Si no duermes, no dormirá.
Así, de cada dolor,
Contigo una parte compartirá. (56)

Estos son cantos ciertos para distinguir
Un amigo fiel, de un enemigo adulador. (58)

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