Oh tú, adorable niño, que en su poder atesora
El tramposo espejo del tiempo y su hoz, la hora.

Tú que, declinando, aumentas, que has visto blanquear
A tus amantes mientras ellos a ti te ven prosperar:

Si Natura, soberana y concubina de la ruina,
Mientras tú pasas, trata de tirar de ti hacia atrás,

Lo hace por esto: para robar crédito al tiempo
Y matar al miserable minuto en el momento.

Aunque seas el favorito de su placer, teme,
Porque Ella no puede guardar el tesoro, solo lo detiene.

A sus cuentas hay que atender, aún atrasadas,
Y en su resumen vi que tú estabas.

( )
( )

El soneto 126 se compone de 6 pareados que culminan con dos versos (13 y 14) entre paréntesis, intencionalmente vacíos. ¿Fueron eliminados por el editor, Thomas Thorpe, porque revelaban la identidad del joven amigo? ¿Otra razón? No lo sabemos. El 126 es considerado un soneto de despedida, o de transición entre el grupo de 125 textos dedicados al amigo y los próximos sonetos hasta el 152, dedicados a una excitante y misteriosa mujer de alma oscura. Con ella se completa el trío de personajes que habitan esta obra.

Los personajes serían: Will, el poeta, Mary Fitton, dama de honor de la reina Isabel I y uno de los siguientes dos condes: William Herbert, 3er conde de Pembroke o Henry Wriothesley, 3er conde de Southampton. Son hipótesis.

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Mary Fitton c.1595

Mary Fitton c.1595

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Henry Wriothesley, 3er conde de Southampton

Henry Wriothesley, 3er conde de Southampton

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William Herbert, 1st Lord Powis

William Herbert (1574–1656), 1st Lord of Powis

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Will Shakespeare

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Soneto CLIV (154)

El pequeño dios del amor, vencido por el sueño,
Posa a su lado la antorcha que inflama corazones
Mientras algunas ninfas que vida casta juraron
Pasaban allí cerca. En su virginal mano, entonces,

La más bella de entre ellas tomó aquel fuego
Que legiones de corazones leales había calentado.
Así el General del ardiente deseo, dormido,
Fue por una mano virgen desarmado.

El arma ahogó ella en una fresca fuente
Que del fuego del amor tomó perpetuo calor,
Naciendo un baño y saludable remedio
Para hombres enfermos. Yo, de mi amada esclavo,

Viajé allí por cura y esto por eso comprobé:
El amor calienta el agua, el agua no enfría el amor.

Comentario:

La compleja historia de pasiones ha quedado atrás. Queda lo eterno. Con los sonetos mitológicos 153 y 154 se cierra la secuencia de 1609. Ambos se inscriben bien en la tradición.

Shakespeare probablemente toma la idea de un epigrama griego de Marianus Scholasticus del siglo V antes de nuestra era (ver G. R. Ledger, http://www.shakespeares-sonnets.com/sonnet/151), cuando Cupido era Eros, en donde se relata cómo la antorcha de Cupido es robada por una ninfa mientras el dios toma una siesta. La casta ninfa desea por supuesto debilitar la perturbadora llama y la sumerge en una fuente. La llama entonces calienta el agua y las ninfas toman su baño caliente, pero la llama no se apaga. A su vez, Marianus parece haber partido de un epigrama de Zenodoto, quien se pregunta por el primero que esculpió a Eros y pensó en colocar su imagen sobre fuentes, imaginando que el agua bastaría para apagar el fuego de la pasión.

Shakespeare agrega a la tradición que la fuente se convierte en una soberana cura para los hombres que, a Will, no cura. Puesto que Cupido toma fuego nuevo en los mismísimos ojos de su amada, solo estos ojos lo curan.

Fin de la serie llamada mitológica. Fin de la colección de sonetos de 1609. Fin de la historia.

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Guido Reni, Putto dormente / Barberini Corsini

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Soneto CLIII (153)

Cupido posa su antorcha y cae dormido,
Una doncella de Diana encuentra ventaja
Y rápido sumerge la amorosa llama
En una fría fuente de montaña de aquella comarca,

Que entonces tomó prestado de ese ardor sagrado
Un vivo calor sin fecha de fin, que todavía dura,
Y creó un baño termal que aún los hombres prueban,
Contra extrañas enfermedades una soberana cura.

Ante el ojo de mi amada la antorcha creó nuevo fuego,
El niño, a modo de prueba, decide tocar mi pecho,
Yo, ya enfermo, la ayuda de aquel baño deseo
Y aquí me hallo, invitado triste y destemplado.

Pero no curo, el baño que me salva, donde Cupido
Hace nueva llama, son los ojos de mi amada.

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Lavinia Fontana, Isabella Ruini come Venere et Cupido 1592

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Soneto CLII (152)

Amándote, lo sabes, soy perjuro,
Pero tú lo eres dos veces al jurarme amor.
En acto rasgaste los votos del lecho, violaste tu nueva fe
Al jurar nuevos odios después de aceptar nuevo amor.

Pero, ¿Por qué te acuso de romper dos promesas
Cuando yo he roto veinte? Yo soy más perjuro.
Porque todas mis promesas son para manipularte,
Y perdida está toda mi honesta fe en ti,

Porque juré profundo sobre tu profunda gentileza,
Voté tu devoción, tu constancia, tu lealtad,
Y, para iluminarte, di ojos a lo ciego,
O los hice jurar contra lo que sé que veo.

¡Más perjuro yo porque juré que eras bella,
Por jurar contra la verdad mentira tan fea!

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Comentario 152:
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Con este soneto se cierra el ciclo de la Dama Oscura.

Por fin Shakespeare nos descubre que Will ha roto más promesas que la amante. Ninguno es más perjuro, deshonesto o manipulador que el otro, probablemente es una competencia en donde están en equilibrio.

En los versos 13 y 14 Will afirma que ella es fea, cuando por relatos anteriores sabemos que, para él, ella es bella, incluso, muy bella. Hay aún despecho en él. Shakespeare no nos da noticias adicionales sobre ella ni sobre el destino del amigo.

Fin de la historia.

Peter Paul Rubens, Las tres Gracias c1639 Museo del Prado

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Soneto CLI (151)

Cupido es muy niño para saber lo que es la conciencia.
Pero, ¿Quién no sabe que la conciencia nace del amor?
Entonces tú, gentil tramposa, no apures mis errores,
No sea que de mis faltas culpable sea tu dulce ser:

Pues traicionándome, traiciono yo lo más noble
De mí a la sedición de mi grosero cuerpo.
Mi alma dice a mi cuerpo que puede triunfar
En el amor. La carne no atiende otra razón,

Sino que creciendo en tu nombre apunta hacia ti
Como su triunfante premio. Orgullosa de su orgullo
Se contenta con ser tu pobre esclava,
Apoyar tus asuntos, yacer a tu lado.

No por falta de conciencia llamo amor
A aquella por cuyo amor me levanto y derrumbo.

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Comentario:

Soneto rompecabezas.

La idea de que el dios Cupido, inmortal bebé hijo de Venus, tenga algo que ver con la formación o el nacimiento de la conciencia (ver verso 2), contradice no solo lo que afirma el verso 1, sino que va también contra la tradición y, en nuestra opinión, incluso contra los hechos de la vida misma. Usualmente el tipo de amor del cual tratan los sonetos del Ciclo de la Dama Oscura, aquel que incluye la atracción sexual como uno de sus componentes, desmantela la conciencia.

De acuerdo con la tradición, dos clases de flecha contiene el carcaj de Cupido: la de oro activa la atracción, mientras la de hierro activa el rechazo. Y ambas nos colocan en un contexto irracional en donde la conciencia, la realidad o la sensatez, poco juegan en las elecciones que vendrán. Ya Shakespeare nos ha comentado abundantemente cómo Will «ve lo que no es».

En resumen, no disponemos de referencias de la época que nos permitan entender el significado del segundo verso en el contexto del soneto. Una opción, sin embargo, pensamos, sería leer y entender la pregunta del segundo verso como una referencia irónica, en donde la cuestión se plantea a la amante sugiriendo exactamente lo contrario de lo que él y ella saben que es. Nos hemos estado moviendo en medio de una relación en donde los celos, las indirectas, las picardías, el humor, el amor y el odio, se combinan entre ellos permanentemente, eludiendo a menudo la recta sinceridad.

Crixo, Serie Huellas de nube #10 http://www.CrixoAponte.com

Otra opción, menos rebuscada pero que no deja de tener sus comillas, sería reconocer que, a la larga, cuando el momento de la pasión ha pasado, (es decir, la flecha de Cupido cesó su efecto), y la conciencia ocupe de nuevo su lugar, podemos revisar hacia atrás lo ocurrido y extraigamos alguna enseñanza de la experiencia.

Sin embargo, ¿Esta enfermedad puede repetir, sin importar cuanta conciencia hayamos acumulado?

Recordemos al profesor actuado por Emil Jannings en el Ángel azul, y no olvidemos que, por alguna razón, cuando el diablo decide tentar a San Antonio a todas horas, lo hace con lujuria, poder y riquezas, en ese orden de importancia. ¿Cuántas almas con la fortaleza de San Antonio existen?

Nosotros mismos, nuestra «conciencia», inconscientemente,  y las leyes, se encargan de intentar reprimir el deseo, con relativo éxito. Lo reprimen, pero no lo eliminan.

Adicionalmente, este soneto podría llamarse el ‘soneto de la erección’, pues hay una referencia a la cita latina «penis erectus non habet conscientiam«, porque ¿cuál es esa carne que no atiende razones y se levanta al escuchar tu nombre y crece y apunta hacia ti en los versos 8 y 9?

Natasha McElhone y Kenneth Branagh en Trabajos de amor perdidos

Por último, para sumar contexto, comentamos que la referencia al Amor como fuerza, personalizado, viene siendo usada en 137, 145, 148 y ahora, en 151. El ciclo de la Dama Oscura finaliza con el próximo soneto, el 152. Los sonetos finales, el 153 y 154, están dedicados exclusivamente a Cupido, y no podemos dejar de sentir que Shakespeare ha preparado convenientemente la llegada del dios que, como veremos, es un bebé que entre travesura y travesura se queda dormido. Viene con su llama a cerrar la obra.
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¿De qué poder obtienes tú esta poderosa fuerza
Que ata mi corazón con carencias,
Que me hace decir que miente mi fiel vista
Y jurar que ese brillo no es la gracia del día?

¿Cómo haces tú para que de lo malo venga
Lo bueno, y que, aunque rechace tus actos
En mi mente tengan tal garantía y fuerza
Que tu peor todo lo bueno exceda?

¿Quién te enseña cómo hacer que yo más te ame
Cuando lo que escucho y veo es causa de odio?
Oh, piensa que yo amo lo que aborrecen otros,
No deberías tú entonces rechazar mi estado.

Pues si tu indignidad hizo crecer amor en mí,
Más valioso yo para ser amado por ti.

Comentario CL (150):

Fin de la secuencia 147-150.

Mientras en 116 encontramos un inventario de los contratiempos (impedimentos) que vence el amor para reinar en la eternidad, en 150 leemos una exhaustiva encuesta que pretende averiguar de dónde obtienes el poder que te permite hacer de mí lo que has hecho. Obviamente sólo podrá ser del cielo, o del infierno. Las tres cuestiones son dónde, cómo y quién. En 116 el amor es un objeto ideal, en 150 tratamos con carne y huesos; en 116 triunfa el amor de la pareja, en 150 es lo indigno lo que hace crecer el amor.

JARMUSCH WILL SHAKE ONLY L...

Jim Jarmusch, Only lovers left alive 2013

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¿Cómo puedes, tú, cruel, decir que no te amo
Cuando, en mi contra, de tu parte me planto?
¿No pienso en ti cuando por ti me olvido
De mí mismo, en tu beneficio tiránico?

¿A quién que odies llamo mi amigo?
¿A quien frunces tú el ceño, le hago guiños?
Y si me bajas los ojos, ¿no me vengo
En revancha contra mí mismo?

¿Qué merito tengo en mí que me haga
Orgulloso dejar tu servicio,
Cuando lo mejor de mí adora tus defectos
Bajo la orden del movimiento de tus ojos?

Pero, cariño, sigue odiando. Ahora sé lo que piensas:
Amas a los que ven, y yo soy ciego.
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Comentario: Pertenece a la serie 147-150. Ver comentarios en 147 y 150.

Dino Valls, Foveolae 2017

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¡Ay de mí! Qué ojos puso Amor en mi cabeza
Que no se corresponden con la vista verdadera.
O, si lo hacen, ¿adónde voló mi juicio, que censura
Con error lo que ellos ven con corrección?

Si es bello aquello que mis falsos ojos adoran,
¿Qué significa que el mundo diga —no lo es?
Y si no lo es, entonces el amor deja claro que el ojo
De Amor no es tan veraz como el ‘no’ de los hombres todos.

¿Cómo podría? ¿Cómo pueden los ojos de Amor ser veraces 
Si se molestan tanto en vigilar y en lagrimear?
No es raro entonces que se equivoque mi vista,
El sol mismo no ve hasta que el cielo aclara.

¡Oh, pícaro Amor! Con lágrimas me mantienes ciego, 
No sea que ojos que ven bien vean tus defectos.

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JARMUSCH ONLY L...

Jarmusch, Only lovers left alive 2013

 

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Mi amor es como una fiebre que siempre anhela
Aquello que de la enfermedad es alimento,
Nutriendo lo que preserva el mal
Agrada un apetito enfermizo e incierto.

Mi razón, el medico de mi amor,
Furiosa porque su prescripción no observo,
Me abandona, y desesperado ahora compruebo
Que el deseo es muerte, y esto la ciencia no lo acepta.

Pasado de cura estoy, ahora que la razón no cura,
Y frenético-excéntrico en eterno sin descanso.
Mi pensamiento y discurso son los de un loco,
Al azar van tras la verdad, expresados, vanos,

Pues he jurado que eres clara y a ti brillante te pienso,
Siendo como noche oscura, negra como infierno.

Comentario 147:

El soneto 147 aparece como una suerte de explicación de razones a la serie 148-150, pues, ahora que (en 147) he descubierto que la enfermedad no solo no me cura, sino que desea la muerte del amor y me ha puesto frenético-excéntrico, esta “fiebre” me hará ver (en 148-150) ‘lo-que-es’, como ‘lo-que-no-es’, además de provocar ceguera y, en mi mente, me hace vestir a lo peor con las ropas de lo mejor.

Adicionalmente, pensamos, los sonetos 151 y 152 son en alguna forma extensión de esta serie, una transición a los sonetos mitológicos, definitivo final de la secuencia de textos de 1609.

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Agnolo Bronzino, Bia de Medici c1540

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Pobre alma, centro de mi culpable ser,
Ceñida por los obstinados poderes que te adornan,
¿Por qué debes sufrir adentro, sufrir desiertos,
Mientras tu exterior viste caros adornos?

¿Por qué a tan alto costo, por ocupación tan breve
Te obligas por una mansión que se desvanece?
¿Serán los gusanos, herederos de este exceso,
Los que coman ese precio? ¿Es este el fin del cuerpo?

Entonces, alma, vive a costas de este esclavo,
Déjale penar para incrementar tus reservas.
Compra términos divinos vendiendo horas basura.
Por dentro, aliméntate, por fuera, no más lujo.

Aliméntate de la Muerte que se alimenta de hombres,
Así, una vez muerta la Muerte, no habrá más morir entonces.

Comentario Soneto 146:

En la antigua Roma, cuando un General regresaba victorioso, era costumbre que, al momento de su desfile por las calles de Roma, un siervo, acompañándolo en el carro, le repitiera incontables veces una frase que le recordara las limitaciones de la naturaleza humana, la fragilidad de la vida, la inevitable muerte.

Esto con el fin de que el afortunado General evitara incurrir en soberbia, a la que nos tienta el éxito, y abusara de su poder.

«Memento mori», (recuerda que morirás), era una de estas frases. Más tarde se convierte en la frase que identifica el tema de la fugacidad en el arte y en la literatura: el mensaje es que la naturaleza (la carne) se descompone, mientras el alma es inmortal.

Paul Rockett, Les mains de Glenn Gould 1956

Una forma de leer el soneto 146 es en la tradición del «Memento mori», puesto que al leerlo percibimos un estado meditativo profundo sobre la brevedad de la vida. Sería la amante la receptora del mensaje, (la pobre alma del verso 1 sería ella), quien debería reflexionar sobre su frivolidad y sus maneras ligeras de llevar su vida.

Otra manera de leerlo, es asumir que el alma que habla desde el verso 1 es la de Will y, en efecto, la de toda la humanidad, universalmente considerada, pues este soneto asume vida propia, independiente. Es esta, probablemente, la lectura que primero invade nuestro espíritu al acercarnos al 146.

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Esos labios que la mano de Amor formó,
exhalaron el sonido que dice: —Yo odio.
A mí, que languidezco por su bien,
pero cuando vio mi penoso estado,

Derecho a su corazón compasión llegó,
Reprochando a esa lengua que, siempre dulce,
La usaba para dar auspicios gentiles,
Y le enseña este nuevo saludo:

Del ‘Yo odio’ ella altera el final
Que seguía como el gentil día
Sigue a la noche que, como demonio,
Del cielo escapa volando al infierno.

Del ‘Yo odio’ ella tomó el odio,
Y salva mi vida, diciendo: —no a ti.

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Comentario CXLV (145):

Ella le dice a él:

‘Yo odio…
Odio, no a ti.»

Dos muy breves frases. Pocas palabras pueden hacer y deshacer el mundo. Todo depende del universo de significados que se haya construido alrededor. Son palabras que anuncian el infierno, lo traen hasta aquí, y enseguida crean el cielo sobre ese infierno.Lo que no existía ni siquiera un segundo antes, (una palabra antes, opuestos absolutos, cielo-infierno), se crea y se desaparece en los tres a cinco segundos que, pausas incluidas, podría haber tomado a la dama de alma oscura decir estas seis palabras a Will.

Ella es capaz de odiar (lo afirma el primer cuarteto). Es un sentimiento muy fuerte que habla de un mundo en destrucción. Sin embargo, no a ti (pareado final), y el mundo de nuevo se constituye.

Meryl Streep y Raúl Juliá como Katherine y Petruchio en La fierecilla domada

Los catorce versos del soneto 145 describen el complejo clima psicológico, el abismo que el alma de la pareja atraviesa mientras transcurren esos tres a cinco segundos.

Por otra parte, este soneto es el único en el ciclo de 1609 que no está escrito en pentámetros yámbicos, sino en versos octosílabos, que se asumía una forma más apropiada para la escritura epigramática y el verso cómico.

Se piensa que este soneto puede ser un poema de juventud, al que en general los comentaristas no le asignan mayor interés. En los versos trece y catorce hay un juego de palabras que haría alusión a Anne Hathaway, esposa de Shakespeare:

‘I hate’, from hate away she threw,
And saved my life, saying ‘not you’.

G. R. Ledger comenta que este poema quizás haya sido enviado por Shakespeare a su esposa Anne; considerando el resto de esta obra, que obviamente no podría ser tomado como textos que promuevan la concordia marital, es comprensible.

En La violación de Lucrecia, versos 1534-1540, encontramos un juego de palabras que se ajustan y auto-corrigen expresando así la inmediatez del flujo del pensamiento de una persona profundamente alterada, que conectan con este soneto:

«No puede ser», exclama, «que tal falsedad…»,
ella habría dicho, «pueda acechar en tal mirada», (1535)
pero la imagen de Tarquino entretanto recuerda
y, en su lengua, el «pueda acechar» en «no puede» convierte.
El «No puede ser» en aquel sentido retira,
y todo cambia así: «No puede ser, me parece,
pero ese rostro un espíritu perverso esconde». (1540)

(La violación de Lucrecia, traducción propia)

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Dos amores tengo para consuelo y desespero,
Que, como dos espíritus, sin cesar me tientan.
El buen ángel es un hombre de hermoso bien,
El espíritu malo una mujer del color del mal.

Para ganarme rápido el infierno, mi diablo mujer
Tienta a mi ángel bueno de mi lado,
Y lo corrompe hasta hacerlo demonio
Cortejando su pureza con orgullo obsceno.

Y que mi ángel se convierte en villano
Lo sospecho, aunque no directamente lo afirmo,
Pues estando ambos lejos, y entre ellos amigos,
Imagino a un ángel en el infierno del otro.

Sin embargo esto nunca lo sabré y viviré en dudas,
Hasta que mi ángel malo dañe al bueno.
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Comentario:
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Este soneto expresa el asustado prejuicio que ve en la mujer un ser maligno. El origen del malestar de Will y la causa de la corrupción del amigo sería exclusivamente ella.

En la cultura occidental se desplazan, por siglos, dos rasgos significativos: por un lado diversas corrientes del pensamiento han percibido como opuestos el amor espiritual y el amor físico, por otro lado esta idea se ha desarrollado desde el dominio de lo femenino por lo masculino. Bajo esta doble perspectiva considerar la castidad como virtud y a la mujer como fuente de toda descomposición sería un resultado difícil de evitar.

Esta es la posición que desarrolla el soneto 144, consistente con el clima psicológico que el conjunto de los sonetos está describiendo. Vemos el curso de los pensamientos de un amante inseguro, en desventaja, fuera de sí, que solo ve daño en lo que lo daña sin lograr reaccionar con éxito suficiente para su causa.

Vicenti Marti Flors, Limones

Algunos comentaristas han considerado este soneto como el lugar en donde Shakespeare expone sus conceptos personales sobre la mujer y el amor. Pensamos que no es así. Vemos esta hipótesis como una visión reduccionista del acto creativo. Pensamos, por el contrario, que Shakespeare tendería a pensar que la castidad es, probablemente, la peor de las perversiones sexuales. Además, es fácil encontrar en muchos otros momentos de su obra la descripción de mujeres totalmente diferentes a la Dama Oscura. A través de la ficción Shakespeare recrea el perfil de la humanidad y su diversidad, sin que esto signifique que quien escribe expresa sus propios conceptos y opiniones. No va a adoptar en lo personal cada carácter y cada concepto para sí. Simplemente, no vemos mucho sentido en este punto de vista.

Por otra parte, al leer el conjunto de los sonetos sí es posible imaginar, «sentir» cómo, en el conjunto de esta obra, Shakespeare se enfrenta a sus propios límites.

Es como si asomando su rostro sobre su propio abismo, Shakespeare lleva a cada lector al abismo propio de cada lector.

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Así como la cuidadosa ama de la casa corre
Tras una de sus emplumadas criaturas escapada,
Posa su bebe, y haciéndolo todo muy rápido
Va a la caza de aquello que quiere detener,

Mientras el descuidado hijo la retiene
Y llora para atrapar a aquella cuya atención
Se va siguiendo lo que vuela en su cara,
Sin valorar el pobre descontento del niño,

Así corres tú tras lo que vuela de ti
Mientras yo, tu bebé, cazarte lejos intento.
Pero tú, una vez prendido tu anhelo, vuelve a mí,
Y toma el rol de la madre, se buena, bésame.

Así rogaré porque puedas tú tener a tu Will,
Si regresas y calmas el llanto que viene de mí.

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Comentario:
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En los sonetos previos Shakespeare nos informa que nuestra dama no solo vive asediada por la mirada de múltiples admiradores, sino que ella también los busca con su mirada y, eventualmente, se reúne con ellos, dejando a Will en agonía.
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Este soneto caricaturiza la situación con un cambio de tono que reduce la tensión. La emplumada criatura es una gallina, un pollo o un pavo, pero también sugiere a un poeta rival siendo perseguido por la dama y, a ella, con su elegante vestido y muchos arreglos corriendo tras otros, con humor añadido al todo.
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El 143 está diseñado siguiendo el modelo de los largos símiles que leemos en La Ilíada y en La Odisea. En el Canto XVI vv. 7-11 de La Ilíada, encontramos a Patroclo llorando y a Aquiles diciéndole que llora como una niñita que ruega a su madre que la levante en sus brazos. Una imagen afín a la que leemos en 143.
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En tiempos de Shakespeare la obra de Homero estaba disponible solo en latín, y George Chapman (uno de los posibles poetas rivales) trabajaba sobre la primera traducción al Inglés.

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David Grey

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Amor es mi pecado y odio tu querida virtud,
Odio de mi pecado en amor obsceno fundado.
Oh, al menos compara con el mío tu propio estado
Y encontrarás que el mío no merece regaño.

O, si lo merece, no será de esos labios tuyos
Que han profanado su adorno escarlata
Y sellado promesas de amor, como las mías, falsas,
Robando rentas y beneficios en otras camas.

Legal es que te ame como amas a aquellos
Que tus ojos codician como los míos a ti.
Siembra piedad en tu corazón que, cuando crezca,
Tener piedad de ti tu piedad merezca,

Pues si buscas tener lo que escondes,
Cómo negarlo con tu ejemplo enseñas.

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Delacroix, El duque de Orleans muestra su amante, al esposo, Museo Thyssen Bornemizsa

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En verdad no te amo con mis ojos
Porque en ti ellos unos mil defectos notan.
Sino que mi corazón ama lo que ellos rechazan,
Pues él, sin importar la vista, idolatra.

Ni mi oído con el tono de tu lengua se encanta,
Ni mi tierno tacto, a bajas caricias inclinado,
Ni mi gusto ni mi olfato desean ser invitados
A ninguna sensual fiesta a tu lado.

Pero, ni mis cinco sentidos ni mis cinco intelectos
Pueden disuadir de servir a un corazón tonto,
Que deja sin ley a lo que parece un hombre
Para de tu orgulloso corazón ser siervo.

De esta tortura hasta ahora saco como sola ganancia,
Que la que me hace pecar, me premia con penar.

Comentario:

¿Qué hace que una impresión que nuestros sentidos perciben como algo desagradable, termine convertida (una vez procesada por nosotros) en algo agradable? ¿Somos individuos confiables? ¿Existe la objetividad? ¿Nuestro mundo es el mundo, o es lo que nosotros ponemos en el mundo? De este soneto emanan estas reflexiones.

Continuamos la línea de ideas que sigue el soneto 130, en donde encontramos un amor superior que se niega a toda comparación. En 141 seguimos moviéndonos en sentido contrario a la tradición pues en lugar de encontrar solo delicias en la amada, encontramos carne y hueso. Esta vez, sin embargo, ninguno de los sentidos parece disfrutar del banquete.

Es sospechoso que ahora nada sea satisfactorio. Hay sarcasmo. Se siente una intención no muy velada de herir, de venganza. Ahora habla un hombre (muy) lastimado y, en general, en desventaja. En realidad, ni engaños, ni lo que dicen los cinco sentidos, ni su razón, parecen evitar que sea un vil esclavo, y que como pago por sus servicios reciba más dolor.

En la época Isabelina en general se asumía que existen cinco sentidos físicos: vista, oído, tacto, gusto y olfato, y cinco sentidos intelectuales: sentido común, imaginación, fantasía, estimación y memoria.

William-Adolphe Bouguereau, Orestes Pursued by the Furies

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Sé tan sabia como eres cruel, no presiones
Mi muda paciencia con tanto desdén.
No sea que el dolor me preste palabras
Y exprese el carácter de mi ansiosa pena.

Si pudiera enseñarte sensatez, mejor seria
No pensar que me amas, sino decirlo,
Como el enfermo inquieto con la muerte cerca
Que solo buenas noticias de salud acepta.

Porque si desespero acabaría loco,
Y en mi locura hablaría de ti males
Y, ahora, en este mundo ganado a lo malo,
Calumnias locas en oídos locos pueden ser creídas.

Para que ni tú seas reprochada, ni yo caiga en eso,
Aunque tu corazón esté de paseo mantén los ojos rectos.
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Henry V Globe 1st May 1600

Henry V The Globe 1st May 1600, From the movie. Laurence Olivier 1944

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No me llames para justificar el mal
Que tu crueldad sobre mi corazón dejó caer.
No me hieras con tus ojos, sino con tu lengua.
Usa poder con poder, no me mates con maña.

De tus amores habla en otro lugar, pero, a mi vista,
Corazón, a otros evita mirar de reojo.
¿Por qué ocultas con astucia, cuando tu poder
Es mayor que mis desgastadas defensas?

Déjame disculparte: mi amor bien sabe
Que sus lindas miradas han sido enemigas,
Y así de mi rostro mis adversarios aleja
Para que en otra parte claven sus injurias.

Pero no lo hagas así, ya que casi estoy sin vida
Mátenme tus miradas y acaba con mi pena

Augustus Edwin John, sXX

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Cuando mi amada jura que es toda fiel,
Le creo, aunque sé que miente.
Ella me cree un joven inexperto, no diestro
En el mundo y en su forma sutil de ser falso.

Así simulo creer que ella me cree joven
Aunque sabe que de mis días han pasado los mejores.
Yo simplemente acredito su falsa lengua
Y por ambos lados la simple verdad se suprime.

Pero, ¿por qué no dice ella que es infiel?,
¿O por qué no afirmo yo que soy viejo?
Porque el mejor hábito del amor es parecer confiable
Y, en el amor, la edad no ama contar los años.

Así me acuesto y miento con ella y ella conmigo,
Y, entre faltas, con mentiras nos consentimos.

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Comentario:

El mundo de las relaciones humanas puede considerarse el primero de los teatros, fuera del teatro. Un porcentaje de simulación suele estar presente en toda relación, de todos los lados. Y esto, desde el ámbito más privado hasta el abiertamente público.

Probablemente sin este andamiaje de infidelidades todo se caería. Probablemente es necesario y útil. Probablemente es el sostén del mundo.

Este soneto nos muestra cómo funciona este ser-parecer en el espacio íntimo entre Will y la bella dama de alma morena.
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Rosario de Velasco, Adán y Eva c1936

Museo Reina Sofía, Madrid

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Tú, ciego y tonto Amor, ¿Qué me has hecho
En los ojos, que miran y ven lo que no ven?
Saben lo que es la belleza, miran donde está,
Pero, lo que es mejor, lo toman por lo peor.

Si los ojos, corrompidos por miradas parciales,
Anclan en la bahía que todos los hombres cabalgan,
¿Por qué de falsedad has forjado anzuelos
A los que el juicio de mi corazón se ata?

¿Por qué debe mi corazón considerar privado
Lo que sabe del ancho mundo común terreno?
¿O mis ojos viendo esto, dicen, esto no es,
Y ponen fidelidad sobre un rostro soez?

En cosas en verdad ciertas mi corazón y ojos yerran,
Y a esta falsa plaga ellos ahora se entregan.

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Comentario:
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Que lo que el ojo ve, no es, es una idea presente en la cultura occidental desde el origen de la filosofía en la antigua Grecia. Lo que es, es otra cosa. Lo esencial es invisible a los ojos, nos aclara Antoine de Saint-Exupéry.

Pero, cuando Cupido entra en el juego, las cosas empeoran. Entonces aun sabiendo lo que para nosotros es usualmente la belleza, un rostro banal o aun feo, que sin la influencia del dios nunca nos habría atraído como bello, termina siéndolo (para nosotros, de nuevo) más que el resto.

Cuando pasa el hechizo caemos en cuenta. Will está en medio de esta falsa plaga y su consciente, incapaz de corregir, sabe que está errado, y se cuestiona. Cree privado lo que todos los hombres cabalgan.

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Lucien Freud, Girl with a white dog 1950

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Soneto CXXXVI (136)

Si tu alma te reclama que tan cerca me vine
Jura a tu alma ciega que era yo, tu Will,
Y Will, tu alma lo sabe, es admitido allí.
Hasta allí, pues, por amor mi causa de amor, recibe.

Tu Will quiere llenar ese tesoro de tu amor,
¡Sí! Llenarlo todo de Wills, siendo uno mi Will.
Pues entre grandes números es fácil probar
Que el número uno no cuenta.

Entonces, entre los números no me cuentes,
Que entre las cuentas de tu tienda sea yo el uno.
Tómame por nada y así disfruta al tomar
Esa nada de mí, ese algo dulce para ti.

No ames más que mi nombre y ámalo por siempre
Y entonces me amarás, pues mi nombre es Will.

Comentario 135 y 136:

En los sonetos 135 y 136 Shakespeare se sirve de palabras que encierran múltiples significados. Cuando en idioma Inglés se dice Will, por ejemplo, sentimos un nombre, la formación del futuro, o un deseo, expresión de voluntad, intención… O, en otro contexto, los crudos órganos sexuales femenino y masculino.

Un punto particular en estos sonetos consiste en que, cuando se leen ignorando los significados «torcidos», (lo que es natural en una primera lectura), de pronto percibimos que lo que se lee no tiene mucho sentido, sentido que se recupera cuando rescatamos los significados dobles. Esto ocurre con palabras como algo y nada, lo mío y lo tuyo, me vine…

¿Cuál es ese lugar en donde Will cerca se vino y en donde el alma, por ciega, no lo reconoció a él, que tiene entrada admitida? ¿Con qué cosa quiere llenar hasta el fondo ese mismo lugar que es un tesoro? Y, cuando pide que no ames más que mi nombre, es ineludible saber que habla del órgano, pero también que será por siempre porque Will encierra el futuro. De esto se trata.

Lavinia Fontana, Lady of the Court c1600

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Otras lograron su deseo, tú tienes a tu Will,
Y esto es Will para botar y es Will de sobra.
Sé que te molesto en exceso cada día sumando
Otro deseo a los que ya te ambicionan.

¿Querrías tú, cuyo deseo es vasto y profundo,
Por esta vez esconder lo mío en lo tuyo?
¿El deseo de otros te resulta recto y gracioso
Mientras para el mío el permiso, dulce, no brilla?

El mar, todo agua, aun recibe la lluvia
Y la acoge abundante y la almacena.
Así tú, siendo rica de mí, añade a tu deseo
Este deseo mío, que a tu deseo dilata.

A los que te imploran no mates, no seas hostil.
Piensa a todos como uno y ese uno será tu Will.
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Sonetos 135 y 136:

La palabra «Will» en Inglés suma diversos significados que van desde referir el nombre de un hombre, (que podría hacer referencia al propio maestro), pasa por la forma de futuro, y se dirige a una variedad de contenidos sexuales. Shakespeare aquí y en el 136 explota, con humor, estas posibilidades. Dicho esto, aclaremos que, en español, no existe nada equivalente. He aquí la dificultad no resuelta de estos textos para ser llevados a nuestra lengua.

Nosotros hemos decidido conservar, como ancla, la referencia al propio Will, para, a partir de ahí, intentar que no se pierdan completamente las fuertes referencias eróticas, que son el punto de picante y la sal del soneto, y que se conserve sentido.

Para captar este y varios de los sonetos a partir del 127, ayuda imaginar que estamos en relación con una mujer muy hermosa, elegante, inteligente, astuta, sensual y manipuladora, que sabe conceder y negar, y a la que, por supuesto, persiguen muchos pretendientes. En resumen, un peligroso balance de cielo e infierno.

Mary Fitton, dama de honor de la corte, es por algunos considerada como la auténtica dama oscura de estos sonetos.

François Clouvet, La lettre d’amour c1570, Museo Thyssen Bornemizsa

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Ahora que he confesado que él es tuyo
Y que yo mismo estoy a tu deseo hipotecado,
Yo mismo seré garantía para que al otro mío
Tú liberes y pueda regresar a mi lado.

Pero ni tú quieres, ni él quiere ser libre,
Porque tú eres codiciosa y él amable.
Él suscribió por mí como fiador
Ese contrato que lo obliga en firme.

Por la ley de tu belleza tú exigirás.
Tú, usurera, que de todo retiras ganancia
Y demandas a un amigo, deudor por mi causa.
Así lo pierdo a él por mi abuso descortés.

Tú a ambos tienes, yo a él pierdo,
Él paga por todo y yo aún preso.
 

Comentario:

El amor ideal y puro que disfrutamos en los sonetos 113-115, ya no está aquí. Ahora nos enfrentamos a una ruda transacción comercial que ya se encuentra entre abogados.

« Veo desastres, veo catástrofes, peor aún… veo abogados. », nos alerta el coro griego de Woody Allen en Poderosa Afrodita.

La causa está ante el juez pérdida: el amigo pagó la deuda, pero no es recuperado el activo y yo, aún estoy preso. Además, la belleza tiene sus propias leyes y se cumplirán. Poco importan las leyes creadas por el hombre.

Dora Maar, Fotógrafa 1934

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¡Maldigo el corazón que a mi corazón hace sufrir
Por esa herida que deja en mi amigo y en mí!
¿No basta con torturarme a mí solo?
¿Esclavo de la esclavitud debe ser mi más dulce amigo?

A mí de mí mismo tu cruel ojo me ha robado
Y al más cercano a mí también has tomado.
De él, de mí mismo y de ti quedo abandonado.
Triple tormento es ser tres veces crucificado.

Encarcela mi corazón en tu pecho de acero,
Por el corazón de mi amigo sea mi corazón rehén.
Quien sea me retenga, deje a mi corazón ser su guardián,
Que no puedas tú entonces usar rigor en mi prisión.

Pero sé que lo harás, pues yo encerrado en ti
Por fuerza soy tuyo, yo y todo cuanto está en mí.
 

Picasso 7

Picasso, Mujer que llora, Dora Maar

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Amo tus ojos y ellos, apiadándose de mí,
Sabiendo que tu corazón me daña con desdén
De negro se han puesto y viudas amantes son
Que con linda piedad miran mi dolor.

Y, en verdad, que ni el sol de la mañana
Conviene mejor a las grises mejillas del oriente,
Ni aquella completa estrella que inicia la noche
Dona la mitad de gloria al templado occidente,

Como esos dos ojos de luto tu rostro convierten.
¡Oh! deja que parezca bien también a tu corazón
Penar por mí, porque la pena te hace bella,
Y viste con tu piedad todo lugar.

Entonces juraré que la belleza misma es negra,
Y feo todo aquello que de tu apariencia se aleja.
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Fiona Shaw by Victoria Kate Russell 2000, National Portrait Gallery

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Eres así, tiránica. Así es como eres.
Como aquella cuya belleza la hace cruel,
Pues sabes bien que para mi tonto corazón
Eres la joya más justa y preciosa.

Algunos, de buena fe, aún dicen que tu rostro
No es poder que obligue al amor a penar.
Que se equivocan no seré tan audaz de afirmar
Aunque a solas me lo jure a mí mismo.

Y, para estar seguro de que no es falso lo que juro,
Solo pensando en tu rostro unos mil suspiros
Uno a otro encadenados serán testimonio
De que tu negro, para mi juicio, es lo más hermoso.

En nada eres negra, salvo en tus maneras,
Y es de aquí, pienso, de donde procede esta idea.

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Gerald Leslie Brockhurst, Orcella c1940

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Los ojos de mi amada en nada son como el sol,
El rojo coral muy lejos está del rojo de sus labios.
Si la nieve es blanca, ¿Por qué sus pechos son morenos?
Si hilo es el cabello, de su cabeza crece hilo negro.

Rosas damasco he visto, rojas y blancas,
Pero tales rosas en su mejilla no veo,
Y en algunos perfumes hay más encanto
Que en el aliento que desde mi amada siento.

Amo escuchar su habla, pero bien sé
Que la música tiene sonidos aún más gratos.
Juro que nunca vi una diosa pasar,
Mi amada, cuando camina, pisa la tierra.

Y aun así, por el cielo, tan superior es mi amor
Que se niega a toda falsa comparación.

Soneto 130

Comentario 130:

En este texto, siguiendo la línea de pensamiento del soneto 84 y en contra de varios cientos de años de tradición, Shakespeare decide decir la verdad: ni tus ojos son soles, ni tu pecho es nácar, ni tu voz, que me encanta, es música. Queda así el objeto de nuestro amor despojado, por un instante, de siglos de adornos: una hermosa mujer de carne y de huesos.

El amor que crea su propia realidad, supera en su creación a la Creación, y no acepta comparaciones.

Desde las alturas del amor ideal del soneto 128, caímos al profundo caos de la lujuria-infierno en acción en 129. En este soneto, el 130, nos quedamos en el término medio: el hermoso planeta tierra, sobre el cual, mi amor, que no es una diosa, pisa la tierra. Aun así, no hay comparación.

Recordamos el «solo tú, eres tú» leído en 184. ¿Podemos hoy decir a nuestra amada elogio más alto? ¿Más eterno?
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Roberto Ferri, detalle

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