Cuando a concederme luz estés dispuesto
y bajo los ojos del desdén coloques mi merito,
a tu lado contra mí mismo combatiré
y aunque seas perjuro, tu virtud probaré.
.
A mi propia flaqueza estoy acostumbrado,
de modo que a tu favor puedo relatar una historia
que cuente cómo en fallas ocultas yo incurro;
Así tú, perdiéndome, ganas en gloria.
.
Con esto saldré ganador yo también,
pues, doblegando mis pensamientos de amor
las injurias que me aplico son para mí ventaja
doble, cuando sobre mí vences tú.
.
Tanto te pertenezco y tal es mi amor,
que por tu bien cargaré con todo lo que es error.
Comentario:
El maestro nos enseña cómo puedes, perdiendo, ganar dos veces, mientras tu enemigo solo gana una: conviértete en el abogado defensor de él y gana el pleito, claro.