No viene mi juicio de las estrellas
aunque, pienso, entiendo de astronomía,
no para predecir la mala o buena suerte,
la calidad de la mies, las plagas o las hambrunas;
A la fortuna no pongo a decir los minutos breves
anotando de cada uno su trueno, lluvia y viento,
o que anuncie a los príncipes si todo irá bien.
Mas, a menudo, predigo lo que en el cielo encuentro.
Mi conocimiento viene de tus ojos,
estrellas constantes en donde leo tal arte:
De cómo verdad y belleza prosperarán juntas
si en reserva de ti mismo te conviertes.
O si no, de ti esto pronostico: tu fin será poner
a verdad y belleza fecha de término y destino.
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Comentario:
En el periodo Isabelino, por astronomía se entendía algo cercano a lo que hoy llamamos astrología. Las estrellas y sus conjunciones, siempre se ha pensado, influyen sobre hombres y reinos. Antes y ahora, sobre individuos e instituciones. Esta creencia ha dominado las épocas.
Aún en nuestros tiempos vemos a presidentes, políticos, empresarios y a individuos de poder en general, consultando en secreto al astrólogo «de su esposa», si «todo irá bien». Esperando escuchar la fecha propicia para tal decisión o acción.
La reina Isabel no escapó a esta tendencia. Fechas criticas le fueron 1588 (conectada con ciertas interpretaciones bíblicas sobre la captura de Babilonia), 1596 y 1603. Plagas, hambre y escasez atacaron Londres varias veces durante la vida de Shakespeare. Había que dejar la ciudad por meses y entonces volver.
«Harto fácil lo tienen los astrólogos al avisarnos, como hacen, las grandes alteraciones y mutaciones próximas. Sus adivinaciones son presentes y palpables, no es menester recurrir al cielo para hacerlas.«, Montaigne, Ensayos (Catedra 2010 L III, C IX)
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WILLIAM SHAKESPEARE, LOS POEMAS 